Qué nos impulsa a la desenfrenada violencia de no decir lo que pensamos en el momento adecuado? Esta es una pregunta que me hago continuamente y por default e influencias termine aquí iniciando una aventura que ciertamente, no está exenta de horrendos temores .
El saber estar, el cuidar las formas, el engañoso deseo de no molestar, la indiscutible educación de la que debemos hacer gala podrían ser algunas de las posibles respuestas a mi interrogante, sin embargo creo que por ahi no va la cosa.
La búsqueda constante es un lugar común entre los mortales y espero que este desconocido mundillo sea un buen instrumento para encontrar un camino razonable, un destino con luz y hasta quizás alguna solución. Sospecho que es menos oneroso que la terapia, menos invasivo que un discurso político pero a la vez, muy peligroso para la autoestima y sin dudas, terrible para ese ser egótico y divino que tenemos como alojado. No pretendo ser el Flautista de Hamelin del cyberespacio, pero tampoco un solitario autoreferente tan aclamado como ese pobre candidato a una alcaldia peruana que en las recientes elecciones saco UN VOTO! no pues!
Sirvan entonces esta palabras como prólogo del incesante deseo de comunicación que creo tenemos todos en mayor o menor grado. Yo, un convencido de que es una obligación no evadir el instinto, me puse como meta alcanzar un determinado grado de experiencia antes de incursionar en estas lides - a pesar de haberlo hecho anteriormente pero con siniestroso resultado - no sea que caiga en el letargo de aquellos que se sienten tocados por la luz divina.
Hoy, hasta aqui. Los prólogos y soy un convencido de ello, deben ser breves. Deben dar una ligera orientación de lo que viene luego y dadas las circunstancias, las mias, atemorizar en la menor medida posible. Nada mas latero que un fulano que se las da de y sugiere el convencimiento de merecer el Pullitzer para empezar a conversar.
Hasta muy pronto.
Juan Carlos Fisher Tudela
Juan Carlos Fisher Tudela
super interesante
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